martes, 6 de marzo de 2012

Don Quijote de la Mancha. Capítulo I

QUE TRATA DEL FAMOSO Y VALIENTE HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA
En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía no hace mucho tiempo un hidalgo de los de lanza en astillero, escudo antiguo, rocín flaco y galgo corredor.1 En su casa se comía más vaca que carnero, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes y algún palomino los domingos.2 Tenía un ama que pasaba de los cuarenta años, una sobrina que no llegaba a los veinte y un criado que servía para todo. Nuestro hidalgo rondaba los cincuenta, y era de constitución recia, seco de carnes, enjuto de rostro,3 gran madrugador y amigo de la caza. Se apellidaba "Quijada", o "Quesada", pues en esto hay alguna diferencia entre los autores que escriben sobre él, aunque según parece se llamaba "Quejana". Pero esto importa poco a nuestra historia: basta con que la narración no se salga un punto de la verdad.
En los ratos que estaba ocioso, que eran los más del año, este nuestro hidalgo se dedicaba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó el ejercicio de la caza y la administración de su hacienda. Y a tanto llegó su desatino, que vendió algunas tierras de sembradura para comprar aquellos libros. Los que más le entusiasmaban eran los de Feliciano de Silva,4 sobre todo cuando leía pasajes con desafíos y requiebros5 como éste: "La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura". El pobre caballero perdía el juicio por desentrañarles el sentido, que en verdad no se lo sacara el mismo Aristóteles si resucitase sólo para ello. Pero, lejos de desanimarse, se enfrascó tanto en la lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro6 y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro y perdió el juicio. Se le llenó la fantasía de todos los encantamientos, batallas, desafíos, heridas, amores y demás disparates imposibles que leía, y llegó a creer que eran verdad todas aquellas invenciones. Y así, rematado el juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció necesario hacerse caballero andante e irse por el mundo con sus armas y caballo a buscar aventuras como las que se contaban en los libros, de manera que, deshaciendo toda clase de agravios7 y venciendo grandes peligros, ganase eterno nombre y fama.
Y lo primero que hizo fue limpiar una armadura de sus bisabuelos que, cubierta de orín8 y moho, estaba olvidada desde hacía siglos en un rincón. Luego convirtió el morrión en celada9 atándole una visera hecha con cartones, de manera que le protegiese el rostro de las cuchilladas. Para probar su resistencia, sacó la espada y le dio dos golpes, y ya con el primero deshizo lo que le había costado una semana. La volvió a hacer de nuevo poniéndole unas barras de hierro por dentro, y esta vez le pareció una celada finísima, y quedó muy satisfecho de su fortaleza, aunque no quiso probarla.
Fue luego a ver su caballo, que era todo piel y huesos, aunque le pareció mejor que el Babieca del Cid. Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le había de poner, porque un caballo tan bueno y de un caballero tan famoso no podía estar sin nombre conocido. Después de muchos que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y volvió a hacer, lo llamó al fin "Rocinante", nombre, a su parecer, alto, sonoro y significativo de que había sido rocín antes de lo que era ahora: el mejor caballo del mundo. Luego tardó otros ocho días en buscarse un nombre a sí mismo, hasta que dio en llamarse "don Quijote", por lo que los autores de esta verdadera historia suponen que se llamaba Quijana, y no Quesada, como afirman otros. Pero acordándose de que Amadís10 no se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que había añadido a su nombre el de su patria para hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así él quiso llamarse "don Quijote de la Mancha", nombre con el que a su parecer declaraba muy al vivo su patria y la honraba.11
Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre al rocín y a sí mismo, sólo le faltaba ya una dama de quien enamorarse, porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin frutos, y cuerpo sin alma. Se decía:
Si me encuentro por ahí un gigante, y lo venzo, lo enviaré a mi dulce señora para que le diga: "Yo soy el gigante Caraculiambro, señor de la ínsula Malindrania,12 a quien venció el jamás como se debe alabado caballero don Quijote de la Mancha. Disponed de mí como os plazca, señora".
¡Lo que disfrutó nuestro caballero cuando encontró a quién hacer su dama! Y es que en un lugar cercano había una moza labradora de muy buen ver, de la que había estado enamorado algún tiempo. Se llamaba Aldonza Lorenzo, pero él le buscó un nombre que tirase al de princesa, y la llamó "Dulcinea del Toboso", porque era natural del Toboso: nombre, a su parecer, músico, peregrino13 y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.

1 lugar: aldea; astillero: estante para dejar la lanza; rocín: caballo malo, viejo o flaco.
2 El hidalgo ('noble del más bajo rango') de la novela no tiene mucho dinero: come carne de vaca porque era más barata que la de carnero. En Castilla, los cristianos se abstenían de probar la carne los sábados, día en que el protagonista come duelos y quebrantos ('huevos con tocino'). Por otro lado, los hidalgos solían tener un palomar, privilegio que les permitía regalarse de vez en cuando con un pichón {palomino).
3 enjuto', 'delgado'. En la época, se creía que los delgados eran coléricos y soñadores.
4 Feliciano de Silva continuó la famosa novela de caballerías Amadís de Gaida.
5 requiebro-, piropo, elogio de la belleza.
6 de claro en claro: de un tirón.
7 Es decir, 'reparando todo tipo de ofensas'.
8 orín', capa rojiza que cubre un metal oxidado.
9 morrión: casco; celada: casco con una visera que protege la cara. Don Quijote se viste con una armadura muy antigua, lo que causará el asombro y la risa de todo el mundo.
10Amadís de Gaula era el más famoso caballero andante de la literatura española. Su historia se cuenta en una novela publicada hacia 1496.
11Recordando sin duda el nombre del caballero Lanzarote, alusivo a su lanza, don Quijote da en llamarse así porque el quijote era la pieza de la armadura que cubría el muslo. El resultado es cómico: algo así como "don Muslerote de la Mancha".
12 Don Quijote llama ínsulas a las islas imitando el estilo de los libros de caballerías.
13 peregrino: raro, exótico.




CUESTIONES


1.- ¿Cómo se llama el protagonista? ¿qué edad tiene? ¿Cómo es físicamente? ¿Cuál es su principal afición?
2.- ¿Quiénes viven con él?
3.- ¿Por qué se vuelve loco el protagonista? 
4.- Todo caballero andante tiene unas armas, cabalga a lomos de un soberbio caballo y ofrece sus sacrificios y victorias a una dama. Describe cómo son las armas, el caballo y la dama de Don Quijote