martes, 16 de octubre de 2012

Libro de Buen Amor



Arcipreste de Hita, Libro de Buen Amor

»Si quieres amar dueñas o a cualquier mujer
muchas cosas tendrás primero que aprender
para que ella te quiera en amor acoger.
Primeramente, mira qué mujer escoger.

»Busca mujer hermosa, atractiva y lozana,
que no sea muy alta, pero tampoco enana;
si pudieres, no quieras amar mujer villana,
pues de amor nada sabe, palurda y chabacana.

»Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña,
cabellos amarillos, no teñidos de alheña;
las cejas apartadas, largas, altas, en peña;
ancheta de caderas, ésta es talla de dueña.

»Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes
y con largas pestañas, bien claros y rientes;
las orejas pequeñas, delgadas; para mientes
si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes.

»La nariz afilada, los dientes menudillos,
iguales y muy blancos, un poco apartadillos,
las encías bermejas, los dientes agudillos,
los labios de su boca bermejos, angostillos

»La su boca pequeña, así, de buena guisa,
su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa;
conviene que la veas primero sin camisa
pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa!
[…]


»No abandones tu dama, no dejes que esté quieta,
siempre requieren uso mujer, molino y huerta;
no quieren en su casa pasar días de fiesta,
no quieren el olvido; cosa probada y cierta.

»Es cosa bien segura: molino andando gana,
huerta mejor labrada da la mejor manzana,
mujer muy requerida anda siempre
lozana;
con estas tres verdades no obrarás cosa vana.

»Dejó uno a su mujer (te contaré la hazaña;
si la estimas en poco, cuéntame otra tamaña)
Era don Pitas Payas un pintor de Bretaña,
casó con mujer joven que amaba la compaña.

»Antes del mes cumplido dijo él: -
Señora mía,
a Flandes quiero ir; regalos traería.

Dijo ella: -
Monseñor; escoged vos el día,
mas no olvidéis la casa ni la persona mía.


»Dijo don Pitas Payas: -
Dueña de la hermosura,
yo volo en vuestro cuerpo pintar una figura
para que ella os impida hacer cualquier locura.

Contestó:
Monseñor; haced vuestra mesura.(lo que os plazca)

»Pintó bajo su ombligo un pequeño cordero
y marchó Pitas Payas cual nuevo mercadero;
estuvo allá dos años, no fue azar pasajero.
Cada mes a la dama parece un año entero.

»Hacía poco tiempo que ella estaba casada,
había con su esposo hecho poca morada;
un amigo tomó y estuvo acompañada,
deshízose el cordero, ya de él no queda nada.

»Cuando supo la dama que venía el pintor,
muy deprisa llamó a su nuevo amador;
dijo que le pintase, cual supiese mejor,
en aquel lugar mismo un cordero menor.

»Pero con la gran prisa pintó un señor carnero,
cumplido de cabeza, con todo un buen apero.
Luego, al siguiente día, vino allí un mensajero:
que ya don Pitas Payas llegaría ligero.

»Cuando al fin el pintor de Flandes fue venido,
su mujer, desdeñosa, fría le ha recibido:
cuando ya en su mansión con ella se ha metido,
la señal que pintara no ha echado en olvido.

»Dijo don Pitas Payas:
-Madona, perdonad,
mostradme la figura y tengamos solaz.
-Monseñor -dijo ella-, vos mismo la mirad:
todo lo que quisieres hacet; hacedlo audaz.


»Miró don Pitas Payas el sabido lugar
y vio aquel gran carnero con armas de prestar.
-
¿Cómo, madona, es esto? ¿Cómo puede pasar
que yo pinté corder y encuentro este manjar?

»Como en estas razones es siempre la mujer
sutil y mal sabida, dijo: -
¿Qué, monseñer?
¿Petit cordet; dos años, no se ha de hacer carner?
Si no tardaseis tanto aún sería cordel.


»Por tanto, ten cuidado, no abandones la pieza,
no seas Pitas Payas, para otro no se cueza;
incita a la mujer con gran delicadeza
y si promete al fin, guárdate de tibieza.

[...]

1.- Vocabulario
2.- Comprensión:
a) ¿Cuál es el nombre del protagonista y a qué se dedica?
b) ¿Cuánto pensaba el mercader demorarse? ¿Cuánto tardó?
c) ¿Qué se le ocurre al mercader antes de irse y para qué?
d) ¿Qué idea la mujer para que su marido no sospeche?
e) ¿Qué ocurre finalmente? ¿Cómo se justifica la mujer?
f) ¿Qué simboliza el carnero en este texto?
3.- Divide el texto en tres partes (introducción, nudo y desenlace) y resume cada parte




Pasando yo una mañana
el puerto de Malangosto
asaltóme una serrana
tan pronto asomé mi rostro.
-«Desgraciado, ¿dónde andas?
¿Qué buscas o qué demandas
por aqueste puerto
angosto

Contesté yo a sus preguntas:
-«Me voy para Sotos Albos»
Dijo: -«¡El pecado
barruntas
con esos aires tan bravos!
Por aquesta encrucijada
que yo tengo bien guardada,
no pasan los hombres salvos.»

Plantóseme en el sendero
la sarnosa, ruin y fea,
dijo: -«¡Por mi fe, escudero!
aquí me estaré yo quieta;
hasta que algo me prometas,
por mucho que tú arremetas,
no pasarás la
vereda

Díjele: -«¡Por Dios, vaquera,
no me estorbes la
jornada!
deja libre la carrera;
para ti no traje nada.»
Me repuso: -«Entonces
torna,
por Somosierra trastorna,
que aquí no tendrás posada.»

Y la Chata endiablada,
¡que San Julián la confunda!
arrojóme la
cayada
y, volteando su
honda,
dijo afinando el pedrero:
-«¡Por el Padre verdadero,
tú me pagas hoy la ronda!»

Nieve había, granizaba,
hablóme la Chata luego
y hablando me amenazaba:
-«¡Paga o ya verás el juego!»
Dije yo:-«¡Por Dios, hermosa,
deciros quiero una cosa,
pero sea junto al fuego!»

-«Yo te llevaré a mi casa
y te mostraré el camino,
encenderé fuego y brasa
y te daré pan y vino.
Pero ¡a fe!, promete algo
y te tendré por hidalgo.
¡Buena mañana te vino!»

Yo, con miedo y
arrecido,
le prometí un
garnacha
y ofrecí, para el vestido,
un prendedor y una plancha.
Dijo: -«Yo doy más, amigo.
¡Anda acá, vente conmigo,
no tengas miedo a la escarcha!».

Cogióme fuerte la mano
y en su pescuezo la puso,
como algún
zurrón liviano
llevóme la cuesta ayuso.(abajo)
-«¡Desgraciado!, no te espantes,
que bien te daré que
yantes
como es en la tierra uso.»

Me hizo entrar mucha
aína
en su venta, con enhoto;
y me dio hoguera de encina,
mucho conejo de Soto,
buenas perdices asadas,
hogazas mal amasadas
y buena carne de
choto.

De vino bueno un cuartero,
manteca de vacas, mucha,
mucho queso de ahumadero,
leche, natas y una trucha;
después me dijo: -«¡Hadeduro!,
comamos de este pan duro,
luego haremos una lucha

Cuando el tiempo fue pasando,
fuime desentumeciendo;
como me iba calentando
así me iba sonriendo.
Observóme la pastora;
dijo: --«Compañero, ahora
creo que voy entendiendo».

La vaqueriza, traviesa,
dijo:
«Luchemos -un rato,
levántate ya, de priesa;
quítate de encima el hato» .
Por la muñeca me priso,
tuve que hacer cuanto quiso,
¡creo que me fue barato!

1.- Vocabulario
2.- Comprensión:
a) ¿Dónde y cuándo sucede la acción?
b) ¿Qué demanda, en principio, la serrana? ¿Qué responde el narrador?
c) ¿Qué es un eufemismo? Explica el significado eufemístico de la expresión subrayada
d) ¿A qué conclusión llega finalmente el narrador? ¿por qué?
e) Para cohesionar el texto, el autor se sirve de sinónimos. Busca todos aquellos referidos a la serrana
3.- Métrica. Analiza las dos primeras estrofas (número de versos, número de sílabas, esquema métrico y rima) ¿Qué tiene de peculiar este fragmento desde el punto de vista métrico?