jueves, 28 de enero de 2016

Campos de Castilla

CAMPOS DE CASTILLA

Introducción
Antonio Machado publica Campos de Castilla en junio de 1912, dos meses antes de la muerte de su esposa Leonor Izquierdo. Ya en Baeza, escribió nuevos poemas que luego se incorporaron a este poemario en la edición de sus Poesías completas, publicado en 1917. La obra inicial se enriqueció notablemente, y pasó de las cincuenta y cuatro poesías a ciento veintitrés: los Proverbios y cantares, que en la primera edición eran veintinueve, aumentaron a cincuenta y tres ahora; los Elogios, que eran dos, pasan a doce; se incluyen poemas dedicados a la enfermedad y muerte de Leonor; y se escribieron nuevos poemas al paisaje andaluz. Sin embargo, lo esencial de la obra ya está recogido en esa primera edición
La diferencia básica entre Soledades y Campos de Castilla es que se produce un paso del “yo” al “nosotros”. Soledades es una obra más lírica, subjetiva, introspectiva, centrada en la expresión de sentimientos del yo; Campos de Castilla es más descriptiva, más objetiva, el yo mira hacia afuera, hacia el paisaje y paisanaje castellano (aunque dichas descripciones incluyen siempre, más o menos implícitos, pensamientos y emocione) y en cuanto a la expresión, más depurada de recursos modernistas y con un estilo más sobrio propio del 98.

EL TEMA DEL PAISAJE (selectividad)
El interés de Antonio Machado por el paisaje y la Naturaleza no sólo es personal, sino que también fue inculcado desde la Institución libre de enseñanza, donde estudiaron los hermanos Machado. Sin embargo, en Soledades, los elementos del paisaje son un medio para expresar estados de ánimo melancólicos; en Campos de Castilla, el paisaje es un fin en sí mismo, se describe para captar su belleza, aunque pueda también reflejar el estado de ánimo del poeta.
En la primera edición de Campos de Castilla (1912) el paisaje descrito es el castellano, a raíz de su estancia en Soria; mientras que en la segunda edición de esta obra (1917) añade poemas que describen el campo andaluz, con motivo de su nuevo destino en la ciudad jienense de Baeza. Sin embargo, Machado ya no es capaz de cantar al campo andaluz con la belleza y la profundidad con que ha cantado al de Castilla. Asimismo, los poemas al paisaje andaluz están teñidos de tristeza y pesimismo, debido a su estado anímico de abatimiento tras la muerte de Leonor. De hecho, en algunos de los poemas añadidos se presenta un campo castellano idealizado desde el recuerdo y el hecho de asociarlo a momentos personales más felices.
En la obra se pueden apreciar dos visiones del paisaje, tanto el castellano como andaluz:
1.- Visión objetiva del paisaje que responden al simple amor del poeta por la naturaleza. Aunque son pocos los poemas en los que describa el paisaje sin traslucir sus emociones. El castellano es presentado como árido, duro, pobre, humilde, mientras que el andaluz es presentado en tonos verdes, más fértil .
2.- Visión subjetiva del paisaje, presente en la mayoría de los poemas, en los que el autor muestra sus preocupaciones por la situación de España, o bien proyecta su estado anímico, mostrando sus emociones y sentimientos, más tristes y melancólicos cuando el paisaje es el andaluz.
A) En algunos poemas, Machado alude, a través de símbolos, al pasado glorioso de Castilla y, por extensión de España, y lo contrapone al presente, caracterizado por la decadencia, el atraso, el estancamiento, la despoblación y ruina de los pueblos, la explotación del campesino, su analfabetismo, su rudeza y su apatía para salir de la pobreza y sus miserias morales. (El Dios ibero)
para luchar por el progreso y modernización del país., y muestra su preocupación por el futuro, si bien con cierta esperanza. Es frecuente el uso de imágenes guerreras: meandro del Duero= curva de ballesta; Castilla= mística y guerrera; loma= recamado escudo; Baeza= ciudad moruna; Guadalquivir= alfanje roto y disperso.
B) En otros poemas, Machado proyecta en diferentes elementos del paisaje (ríos, árboles, atardeceres…) sus vivencias y sus emociones. Por un lado, su preocupación por el paso del tiempo, la soledad y la muerte. En otras, su tristeza ante su desgracia personal por la pérdida de su esposa. Por ejemplo, en el poema “A un olmo seco”, escrito durante la enfermedad de Leonor, se idedntifica con el árbol, conclueyendo que, del mismo modo que olmo seco que ha reverdecido, él también espera otro milago de la primavera. Si exceptuamos A un olmo seco, todos los poemas referidos a Leonor pertenecientes a Campos de Castilla los escribió Machado durante su estancia en Baeza, donde el recuerdo de su mujer, fue constante y obsesivo. Al recuerdo de su esposa se une el recuerdo del paisaje soriano, por lo que es difícil a veces separar ambos temas.(véase A José María Palacio, Caminos )
Finalmente, hay que señalar la estrecha relación que establece el autor entre paisaje y paisanaje, entre el campo y sus habitantes (como hacen los autores del 98). Ello se ve especialmente en el largo romance “la tierra de Alvargonzález”, que narra un parricidio. La idea de fondo es que la aridez, sequía y ruindad de las tierras repercute en el alma humana. En general, la visión del habitante castellano es más negativa que la del andaluz, puesto que la miseria del andaluz se debe a la explotación de los caciques y señoritos, pero la del castellano, a su inacción.

PRINCIPALES SÍMBOLOS MACHADIANOS (selectividad)
Muchos de los símbolos empleados en Campos de Castilla aparecían ya en Soledades. En su mayoría proceden de la Naturaleza (el ocaso, el agua, los árboles, etc) Del paisaje, Machado seleccionará preferentemente todo cuanto sugiere soledad, decadencia, fugacidad.Y muchos proceden de la poesía postomántica, como la de Rosalía de Castro.
- El agua que fluye (la del río, sobre todo el Duero, de la fuente, de la lluvia… símbolo del fluir temporal, el paso del tiempo) (A orillas del Duero)
- El agua estancada (la de taza de la fuente, la del estanque...) simbolizan el fin, la muerte. La muerte aparece también aludida con símbolos como el mar, pero también la sombra o la luna, lugar al que confluyen todos los ríos, como ya lo hicera Manrique en sus Coplas.
- El ocaso y el otroño, suele expresar el sentimiento melancólico ante el paso del tiempo y la llegada del fin de un ciclo vital, la soledad, la vejez... ,así como los colores que acompañan a la tarde (rojos, cárdenos, violetas…) (Caminos).
- Los caminos, son frecuentemente símbolos de la vida, caminos que se hacen al andar, que no tienen un rumbo trazado de antemano, como el futuro. (Caminos)
- Los árboles, como el limonero, que simboliza la infancia, o el olmo, ligado a los ciclos de la vida otras (“¿Tienen los viejos olmos algunas hojas nuevas?”). La diversidad arbórea de la obra sirve para expresar tanto la emoción que siente el poeta contemplando los campos de Castilla como la fugacidad de la vida (los chopos, los álamos, los robles- con su robustez y fortaleza- las encinas, las hayas, los limoneros).
- La propia Castilla, símbolo de España, El descubrimiento de Castilla, la apreciación de la belleza del paisaje castellano, mezclada con ciertas consideraciones y sentimientos sobre el pasado, presente y porvenir de España, sobre la decadencia, virtudes y defectos de la raza, etc. es algo propio de la generación del 98.

PRINCIPALES RASGOS FORMALES EN CAMPOS DE CASTILLA (selectividad)
En líneas generales, Campos de Castilla se caracteriza por la extraodinaria variedad métrica, pues se combinan versos y estrofas populares de la tradición poética castellana, con versos y estrofas cultas de origen italiano y francés. Por otra parte, el estilo se caracteriza por su sencillez y sobriedad, característica que comparte con sus compañeros de la Generación del 98.
A) MÉTRICA
Presenta una variedad extraordinaria de metros y estrofas, con una mezcla de tradición y modernidad, de ecos clásicos y populares. En cuanto a los metros, los versos preferidos son los clásicos de la tradición castellana: el octosílabo, de tradición popular, y el endecasílabo, de tradición culta. En numerosas ocasiones, el endecasílabo aparece combinado con el heptasílabo. En menor medida utiliza el alejandrino, tan empleado por los poetas modernistas. En cuanto a las estrofas, aparecen estrofas con versos de arte menor: romances (el más significativo es la larga composición La tierra de Alvargonzález; cuartetas (abab), redondillas (abba), coplas (-a-a), décimas (aabccbdeed). na de las estrofas preferidas es la silva, combinación libre de un número indeterminado de versos heptasílabos y endecasílabos, cuya rima también se distribuye libremente; en especial abunda la silva arromanzada. Aparecen estrofas en alejandrinos: pareados, en series más o menos extensas, y serventesios.

B) LENGUAJE Y ESTILO
Desde el inicio de su trayectoria poética Machado somete el estilo de su obra a un proceso de depuración en busca de la esencialidad. Son numerosas las declaraciones del autor que afirman su gusto por la sencillez, la austeridad, la naturalidad, la expresión directa… que ponen de manifiesto una clara voluntad antirretórica y de huir de los excesos ornamentales de los modernitas.
- Utiliza un vocabulario que evoca el tiempo que pasa, el ritmo de los meses y de las estaciones, la caducidad de las cosas, lo que él mismo llamaba “signos del tiempo” (adverbios –hoy, mañana, ayer, todavía, nunca, ya, aún- demostrativos – estos, aquellos-) para expresar vivencialmente la relación pasado-presente-futuro.
- En oposición a estos signos del tiempo, el poeta utiliza un vocabulario abstracto para referirse a lo que define como “revelaciones del ser en la conciencia humana” relacionados con los universales del sentimiento: sueño, alma, ilusión, encanto, armonía…
- Una de las características más señaladas entre los escritores de la llamada generación del 98 es el uso –incluso la recuperación- del léxico arcaico y/o rural: tahúr, albur, sayal, juglar…
- En Campos de Castilla es frecuente el uso de sustantivos y adjetivos que evocan la rudeza o la pobreza de esas tierras, junto con nombres seguidos de modificadores con la preposición sin, indicando dicha pobreza (A orillas del Duero)
- Predomina el uso de sustantivos que, acompañados de un adjetivo, recogen lo esencial del paisaje desde su puento de vista. Destacan las bimembraciones, tanto de sustantivos como de adjetivos.
- En este sentido, la técnica descriptiva de Machado es impresionista: cada verso es una pincelada, no describe todo lo que ve de forma minuciosa y detallada, sino que selecciona aquellos aspectos que recogen la quintaesencia del paisaje.
Losprocedimientos estilísticos más destacados son:
- Los recursos de repetición (anáforas, paralelismos, repetición de expresiones, que además de ritmo, intensifican el sentimiento: “esta tierra de olivares y olivares”; o sirve para imitar un movimiento: “se vio a la lechuza/ volar y volar”. O trata de reflejar una emoción tan fuerte que resulta indecible: ¡Oh, fría, fría, fría, fría!
- El uso de símbolos, que se convertirán en el universo imaginario de Machado: el agua, la fuente, el camino, el mar, el paisaje. Machado prefiere el uso de símbolos tomados de la Naturaleza a las metáforas rebuscadas y difíciles.
- Humanización o personificación de de los objetos, de los paisajes; “el agua clara que reía, hierve y ríe el mar”
- Empleo de interrogaciones retóricas y de exclamaciones para intensificar su emoción al contemplar el paisaje : “ ¡Hermosa tierra de España!”

IMPORTANCIA DE CAMPOS DE CASTILLA en la poesía española
Campos de Castilla es la obra en verso que mejor representa los planteamientos de la Generación del 98. Machado plasmò en sus metros lo que sus compañeros como Unamuno o Azorín reflejaron en sus escritos en prosa: por una lado, la preocupación por el atraso, dureza, miseria de España y su deseo de modernizarla ; por otro, sus hondas preocupaciones existenciales sobre el paso de tiempo, la soledad, etc... y todo ello con un estilo sobrio, austero y sencillo.
Aunque Machado se inspira en la poesía postromántica, especialmente en la de Rosalía de Castro (Véase el poema “Unha vez tiven un cravo”) , la poesía de Machado es única en este momento, es un puente entre dos formas de escribir poesía: la de los poetas modernistas, contemporáneos a él, pero con otras preocupaciones estéticas; y la de los jóvenes de la generación del 27, interesados en los movimientos rompedores de Vanguardias. En su momento no tuvo ni imitadores ni seguidores, aunque fue muy valorada en su época. De hecho, la obra recibió un inusitado éxito de ventas y críticas: sus compañeros de generación Unamuno y Azorín le dedicaron sendos artículos de periódico. No os
Aunque la obra machadiana gozó de gran respeto entre los poetas de la Generación del 27, estos erigieron en su maestro a J. R. Jiménez y su poesía pura. Hubo que esperar a lo, fueron los poetas de posguerra los que realmente supieron valorarla. Después de la Guerra Civil, algunos poetas, como Blas de Otero, vuelven hacia Machado y lo convierten en el más alto ejemplo de poesía y de humanidad.
La presencia machadiana se percibe, sobre todo, en la poesía de Leopoldo Panero, seguidor entrañable de Machado en el tratamiento lírico del paisaje; y en la de Luis Rosales, especialmente en su poema-libro La casa encendida y en los proverbios y cantares, continuación de los de Machado. Cabe destacar también su influencia en José Hierro, Gabriel Celaya y a Blas de Otero. Los poetas de la llamada “segunda generación de posguerra” rescataron de Machado aquellos aspectos olvidados de su obra que, solo en su absoluta interrelación de totalidad con el poeta cívico y el hombre comprometido que también hubo en él, nos han podido dar una imagen del Machado integral. Algunos de los autores más conocidos que mostraron afinidad o influencias evidentes de su poesía son: Ángel González, José Manuel Caballero Bonald y José Ángel Valente. También en Jaime Gil de Biedma se observan coincidencias de actitud con Machado, del mismo modo que no es infrecuente la mirada hacia Machado de Francisco Brines, Claudio Rodríguez y de José Agustín Goytisolo.
Hacia 1970 surge una nueva promoción de poetas, los Novísimos. Machado para ellos era un obstáculo, fundamentalmente por la prioridad que nuestro autor dio a las preocupaciones morales y, en general, humanas, por su obstinada defensa del habla natural en el verso, y por sus modos poéticos externos, apenas rebasadores de los cauces.
Durante las décadas de los ochenta y los noventa, los poetas españoles jóvenes o no tan jóvenes volverán la mirada hacia la obra multiforme e integral de Antonio Machado; es el caso, por ejemplo, de Andrés Trapiello, José Mateos, y, especialmente, Luis García Montero.


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