CAMPOS
DE CASTILLA
Introducción
Antonio
Machado publica Campos
de Castilla en
junio de 1912, dos
meses
antes de la muerte de su esposa Leonor Izquierdo. Ya
en Baeza, escribió
nuevos
poemas
que luego
se incorporaron a este poemario en la edición de sus
Poesías
completas, publicado
en 1917.
La
obra inicial
se
enriqueció
notablemente, y pasó de las cincuenta y cuatro poesías a
ciento veintitrés: los Proverbios y cantares, que en la primera
edición eran veintinueve, aumentaron a cincuenta y tres ahora; los
Elogios,
que eran dos, pasan a
doce; se
incluyen poemas dedicados a la enfermedad y muerte de Leonor; y
se escribieron nuevos poemas al paisaje andaluz.
Sin
embargo, lo esencial de
la obra ya
está recogido en esa primera edición
La
diferencia básica entre Soledades
y
Campos
de Castilla es
que se produce un paso del “yo”
al “nosotros”.
Soledades
es
una obra más lírica, subjetiva, introspectiva, centrada en la
expresión de sentimientos del yo; Campos
de Castilla
es más descriptiva, más objetiva, el
yo mira
hacia afuera, hacia el paisaje y paisanaje castellano
(aunque
dichas descripciones
incluyen siempre, más o menos implícitos, pensamientos
y emocione)
y en cuanto a la expresión, más depurada de recursos modernistas y
con un estilo más sobrio propio del 98.
EL
TEMA DEL PAISAJE (selectividad)
El
interés de Antonio Machado por el paisaje y la Naturaleza no sólo
es personal, sino que también fue
inculcado desde la Institución libre de enseñanza, donde estudiaron
los hermanos Machado. Sin
embargo, en Soledades,
los elementos del paisaje son un medio para expresar estados de ánimo
melancólicos; en Campos
de Castilla, el paisaje
es un fin en sí mismo, se describe para captar su belleza,
aunque pueda también
reflejar el estado de ánimo del poeta.
En
la primera edición de
Campos
de Castilla (1912)
el
paisaje descrito es el castellano, a
raíz de su estancia en Soria;
mientras
que
en
la segunda edición de
esta obra (1917)
añade poemas
que describen
el campo andaluz, con motivo de su nuevo destino en la ciudad
jienense de Baeza.
Sin
embargo,
Machado ya no es capaz de cantar al campo andaluz con la belleza y la
profundidad
con que ha cantado al
de Castilla. Asimismo,
los poemas al paisaje andaluz están teñidos de tristeza y
pesimismo, debido a su estado anímico de abatimiento tras la muerte
de Leonor. De hecho, en algunos de los poemas añadidos se presenta
un campo castellano idealizado desde el recuerdo y el hecho de
asociarlo a momentos personales más felices.
En
la obra se pueden apreciar dos visiones del paisaje, tanto el
castellano como andaluz:
1.-
Visión objetiva del paisaje que responden al simple amor del poeta
por la
naturaleza. Aunque son
pocos los poemas en los que describa el paisaje sin traslucir sus
emociones. El castellano es presentado como árido, duro, pobre,
humilde, mientras que el andaluz es presentado en tonos verdes, más
fértil .
2.-
Visión subjetiva del paisaje, presente
en la mayoría de los poemas, en
los
que el autor muestra
sus preocupaciones por la
situación de España, o bien proyecta su estado anímico, mostrando
sus emociones y sentimientos, más tristes y melancólicos cuando el
paisaje es el andaluz.
A)
En algunos poemas, Machado
alude, a través de símbolos, al pasado glorioso de Castilla y, por
extensión de España, y lo contrapone al presente, caracterizado por
la decadencia, el atraso, el estancamiento, la
despoblación y ruina de los pueblos, la
explotación del campesino, su analfabetismo, su rudeza y su apatía
para salir de la pobreza
y sus
miserias morales. (El
Dios ibero)
para
luchar por el progreso y modernización del país., y muestra su
preocupación por el futuro, si bien con cierta esperanza. Es
frecuente el uso de
imágenes guerreras: meandro
del Duero= curva de ballesta; Castilla= mística y guerrera; loma=
recamado escudo; Baeza= ciudad moruna; Guadalquivir= alfanje roto y
disperso.
B)
En otros poemas, Machado proyecta
en diferentes elementos del paisaje (ríos, árboles, atardeceres…)
sus
vivencias y sus emociones. Por un lado, su preocupación por el paso
del tiempo, la
soledad y la muerte.
En otras, su tristeza ante su desgracia personal por la pérdida de
su esposa.
Por
ejemplo, en
el poema “A un olmo seco”, escrito durante la enfermedad de
Leonor, se
idedntifica con el árbol, conclueyendo que, del mismo modo que olmo
seco que ha reverdecido, él también espera otro milago de la
primavera.
Si
exceptuamos A
un olmo seco,
todos los poemas referidos a Leonor pertenecientes a Campos
de Castilla
los escribió Machado durante su estancia en Baeza, donde el recuerdo
de su mujer, fue constante y obsesivo. Al
recuerdo de su esposa se une el recuerdo del paisaje soriano, por lo
que es difícil a veces separar ambos temas.(véase
A
José María Palacio, Caminos )
Finalmente,
hay que señalar la estrecha relación que establece el autor entre
paisaje y paisanaje, entre el campo y sus habitantes (como hacen los
autores del 98). Ello se ve especialmente en el largo romance “la
tierra de Alvargonzález”, que narra un parricidio. La idea de
fondo es que la aridez, sequía y ruindad de las tierras repercute en
el alma humana. En
general, la visión del habitante castellano es más negativa que la
del andaluz, puesto que la miseria del andaluz se debe a la
explotación de los caciques y señoritos, pero
la del castellano, a su inacción.
PRINCIPALES
SÍMBOLOS MACHADIANOS (selectividad)
Muchos
de los símbolos empleados en Campos
de Castilla
aparecían ya en Soledades.
En su mayoría proceden de la Naturaleza (el ocaso, el agua, los
árboles, etc) Del paisaje, Machado seleccionará preferentemente
todo cuanto sugiere soledad, decadencia, fugacidad.Y muchos proceden
de la poesía postomántica, como la de Rosalía de Castro.
-
El
agua que
fluye (la
del río, sobre todo el Duero, de
la fuente, de la lluvia… símbolo del fluir temporal,
el paso del tiempo) (A
orillas del Duero)
-
El agua estancada (la
de taza de la
fuente, la
del estanque...) simbolizan el fin, la muerte. La muerte aparece
también aludida con símbolos como el
mar, pero también la sombra o la luna,
lugar al que confluyen todos los ríos, como ya lo hicera Manrique
en sus Coplas.
-
El
ocaso y el otroño,
suele
expresar el sentimiento melancólico ante
el paso del tiempo y la llegada del fin de un ciclo vital, la
soledad, la vejez... ,así como los colores
que acompañan a la tarde (rojos, cárdenos, violetas…) (Caminos).
-
Los
caminos, son
frecuentemente símbolos de la vida, caminos
que se hacen al andar, que no tienen un rumbo trazado de antemano,
como el futuro.
(Caminos)
-
Los árboles,
como el limonero, que
simboliza la infancia, o el olmo, ligado a los ciclos de la vida
otras (“¿Tienen los viejos olmos algunas hojas nuevas?”). La
diversidad arbórea de la obra sirve para expresar tanto la emoción
que siente el poeta contemplando los campos de Castilla como la
fugacidad de la vida (los chopos, los álamos, los robles- con su
robustez y fortaleza- las encinas, las hayas, los limoneros).
-
La propia Castilla,
símbolo
de España, El descubrimiento de Castilla, la apreciación de la
belleza del paisaje castellano, mezclada con ciertas consideraciones
y sentimientos sobre el pasado, presente y porvenir de España, sobre
la decadencia, virtudes y defectos de la raza, etc. es algo propio de
la generación del 98.
PRINCIPALES
RASGOS FORMALES EN CAMPOS
DE CASTILLA (selectividad)
En
líneas generales, Campos de Castilla se caracteriza por la
extraodinaria variedad métrica, pues se combinan versos y estrofas
populares de la tradición poética castellana, con versos y estrofas
cultas de origen italiano y francés. Por otra parte, el estilo se
caracteriza por su sencillez y sobriedad, característica que
comparte con sus compañeros de la Generación del 98.
A)
MÉTRICA
Presenta
una variedad extraordinaria de metros y estrofas, con
una mezcla de tradición y modernidad, de ecos clásicos y populares.
En
cuanto a los metros,
los versos preferidos son los clásicos de la tradición castellana:
el octosílabo,
de tradición popular, y el endecasílabo,
de tradición culta. En numerosas ocasiones, el endecasílabo aparece
combinado con el heptasílabo. En menor medida utiliza el
alejandrino, tan
empleado por los poetas modernistas.
En cuanto a las estrofas,
aparecen
estrofas con versos de arte menor: romances
(el
más significativo es la larga composición La
tierra de Alvargonzález;
cuartetas
(abab),
redondillas
(abba), coplas (-a-a),
décimas (aabccbdeed).
na de las estrofas preferidas es la silva, combinación libre de un
número indeterminado de versos heptasílabos y endecasílabos, cuya
rima también se distribuye libremente; en especial abunda la silva
arromanzada. Aparecen estrofas
en alejandrinos: pareados,
en series más o menos extensas, y serventesios.
B)
LENGUAJE Y ESTILO
Desde
el inicio de su trayectoria poética Machado
somete el
estilo de su obra a
un proceso de depuración en busca de la esencialidad. Son numerosas
las declaraciones del autor que afirman su gusto por la sencillez, la
austeridad, la
naturalidad, la expresión directa… que ponen de manifiesto una
clara voluntad antirretórica y
de huir de los excesos ornamentales de los modernitas.
-
Utiliza
un vocabulario que evoca el tiempo que pasa, el ritmo de los meses y
de las estaciones, la caducidad de las cosas, lo que él mismo
llamaba “signos del tiempo”
(adverbios
–hoy,
mañana, ayer, todavía, nunca, ya, aún- demostrativos
–
estos, aquellos-) para expresar vivencialmente la relación
pasado-presente-futuro.
-
En oposición a estos signos del tiempo, el poeta utiliza un
vocabulario abstracto para referirse a lo que define como
“revelaciones del ser en la conciencia humana” relacionados con
los universales del sentimiento: sueño, alma, ilusión, encanto,
armonía…
-
Una de las características más señaladas entre los escritores de
la llamada generación del 98 es el uso –incluso la recuperación-
del léxico arcaico y/o rural: tahúr, albur, sayal, juglar…
-
En Campos
de Castilla es
frecuente el uso de sustantivos y adjetivos que evocan la rudeza o la
pobreza de esas tierras, junto con nombres seguidos de modificadores
con la preposición sin,
indicando
dicha pobreza (A
orillas del Duero)
-
Predomina el uso de sustantivos que, acompañados de un adjetivo,
recogen lo esencial del paisaje desde su puento de vista. Destacan
las bimembraciones, tanto de sustantivos como de adjetivos.
-
En este sentido, la técnica descriptiva de Machado es impresionista:
cada verso es una pincelada, no describe todo lo que ve de forma
minuciosa y detallada, sino que selecciona aquellos aspectos que
recogen la quintaesencia del paisaje.
Losprocedimientos
estilísticos más destacados son:
-
Los recursos de repetición (anáforas, paralelismos, repetición de
expresiones, que además de ritmo, intensifican el sentimiento: “esta
tierra de olivares y olivares”; o sirve para imitar un movimiento:
“se vio a la lechuza/ volar y volar”. O trata de reflejar una
emoción tan fuerte que resulta indecible: ¡Oh, fría, fría, fría,
fría!
-
El uso de símbolos, que se convertirán en el universo imaginario de
Machado: el agua, la fuente, el camino, el mar, el paisaje. Machado
prefiere el uso de símbolos tomados de la Naturaleza a las metáforas
rebuscadas y difíciles.
-
Humanización o personificación de de los objetos, de los paisajes;
“el agua clara que reía, hierve y ríe el mar”
-
Empleo de interrogaciones retóricas y de exclamaciones para
intensificar su emoción al contemplar el paisaje : “ ¡Hermosa
tierra de España!”
IMPORTANCIA
DE CAMPOS DE CASTILLA
en la poesía española
Campos
de Castilla es
la
obra
en
verso que mejor representa los planteamientos de la Generación del
98. Machado plasmò en sus metros lo que sus compañeros como Unamuno
o Azorín reflejaron en sus escritos en prosa: por una lado, la
preocupación por el atraso, dureza, miseria de España y su deseo de
modernizarla ; por otro, sus hondas preocupaciones existenciales
sobre el paso de tiempo, la soledad, etc... y todo ello con un estilo
sobrio, austero y sencillo.
Aunque
Machado se inspira en la poesía postromántica, especialmente en la
de Rosalía de Castro (Véase el poema “Unha vez tiven un cravo”)
, la poesía de Machado es única en este momento, es un puente entre
dos formas de escribir poesía: la de los poetas modernistas,
contemporáneos a él, pero con otras preocupaciones estéticas; y la
de los jóvenes de la generación del 27, interesados en los
movimientos rompedores de Vanguardias. En su momento no tuvo ni
imitadores ni seguidores, aunque fue muy valorada en su época. De
hecho, la
obra recibió un inusitado
éxito de ventas y críticas: sus
compañeros de generación Unamuno y Azorín le dedicaron sendos
artículos de periódico. No os
Aunque
la obra machadiana gozó de gran respeto entre los poetas de la
Generación del 27, estos erigieron en su maestro a J. R. Jiménez y
su poesía pura. Hubo que esperar a lo, fueron los poetas de
posguerra los que realmente supieron valorarla. Después de la Guerra
Civil, algunos poetas, como Blas de Otero, vuelven hacia Machado y lo
convierten en el más alto ejemplo de poesía y de humanidad.
La
presencia machadiana se percibe, sobre todo, en la poesía de
Leopoldo
Panero,
seguidor entrañable de Machado en el tratamiento lírico del
paisaje; y en la de Luis
Rosales,
especialmente en su poema-libro La
casa encendida y
en los proverbios y cantares, continuación de los de Machado. Cabe
destacar también su influencia en José
Hierro,
Gabriel
Celaya y
a Blas
de Otero.
Los poetas de la llamada “segunda generación de posguerra”
rescataron de Machado aquellos aspectos olvidados de su obra que,
solo en su absoluta interrelación de totalidad con el poeta cívico
y el hombre comprometido que también hubo en él, nos han podido dar
una imagen del Machado integral.
Algunos de los autores más conocidos que mostraron afinidad o
influencias evidentes de su poesía son: Ángel
González,
José
Manuel Caballero Bonald y
José
Ángel Valente. También
en Jaime
Gil de Biedma se
observan coincidencias de actitud con Machado, del mismo modo que no
es infrecuente la mirada hacia Machado de Francisco
Brines,
Claudio
Rodríguez y
de José
Agustín Goytisolo.
Hacia
1970 surge una nueva promoción de poetas, los Novísimos.
Machado para ellos era un obstáculo, fundamentalmente por la
prioridad que nuestro autor dio a las preocupaciones morales y, en
general, humanas, por su obstinada defensa del habla natural en el
verso, y por sus modos poéticos externos, apenas rebasadores de los
cauces.
Durante
las décadas de los ochenta y los noventa, los poetas españoles
jóvenes o no tan jóvenes volverán la mirada hacia la obra
multiforme e integral de Antonio Machado; es el caso, por ejemplo, de
Andrés
Trapiello,
José
Mateos,
y, especialmente, Luis
García Montero.
(